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Las Voces del Alma: La Familia

Todos nosotros, aspirantes a un yo consciente y libremente elegido en lo posible, encontramos las raíces de quienes somos hundidas en lo profundo de un bosque encantado: la familia. Todos llegamos al mundo para ser acogidos, amados, rechazados o abandonados en el seno de una familia. Nuestra familia no es una, sino una amalgama de familias, historias, creencias, fantasmas y vínculos que se remontan a lo largo del tronco de nuestro árbol genealógico a un tiempo remoto y arcano que solo en nuestro inconsciente tiene cobijo.

Al nacimiento biológico y psíquico en el útero de nuestra madre, sigue el nacimiento al apasionante mundo interpersonal que nos acoge mas allá de las fronteras del cuerpo materno y nos integra en el espacio de las relaciones humanas.

Desde el primer llanto, que es al mismo tiempo reclamo de contacto protector y expresión dolorosa de la separación del útero materno, empezamos una andadura que nos llevará a través de múltiples contactos y separaciones hasta la muerte, la separación última en este mundo.

Nuestra percepción de nosotros mismos y del mundo que nos rodea va a sufrir cambios continuos en sus contornos y coloridos a lo largo de las diferentes etapas de nuestra vida. Si el útero materno es el primer medio que nos acoge y nos alimenta proporcionándonos todo cuanto necesitamos para nuestra vida intrauterina, la familia es el primer hogar psíquico, el espacio donde buscaremos satisfacer nuestros deseos y necesidades afectivas para poder desarrollarnos humanamente. Desde el preciso momento en que unas manos y una mirada se hacen cargo de nosotros empieza la gran aventura de la vida. Desde esos registros del tacto, la voz, el olor, la mirada y el vinculo afectivo se empieza a formar en nosotros un rico y complejo mundo interno que será la base de nuestro yo como existencia diferenciada de la de todos los demás seres humanos.

Nacer en una familia es nacer dentro de un entramado de relaciones, deseos, frustraciones, fantasías, creencias, y afectos que van a ir configurando una primera aproximación al misterio de la vida.... Las creencias acerca de la vida así como los significados que se dan a las distintas experiencias vitales en el seno de una familia configuran una especie de “evangelio según la familia” sobre el que cada uno de nosotros empieza a interpretar sus propias experiencias vitales...

Durante nuestra infancia iremos configurando nuestra identidad en base a dos tipos de influencias: las que provienen consciente o inconscientemente de las personas con las que establecemos relaciones íntimas y significativas..., y las provenientes de nuestro medio social y cultural cuyas palabras e imágenes alcanzan nuestros ojos y nuestros afectos....

La familia, que se asemeja a un útero social, tendrá que ser abandonada dolorosamente en el parto del nacimiento de la propia identidad, separándonos de las expectativas, deseos y heridas que nuestros padres depositaron sobre nosotros.

 

Este parto lento e interminable de separarnos de la persona que creíamos ser, y que se constituyó en torno al deseo de ser reconocidos y amados por nuestros padres, para nacer a una conciencia individual y autónoma es la aventura mas larga y compleja de nuestra vida. De cómo afrontemos esta aventura dependerán las decisiones mas valiosas de nuestra existencia, aquellas que se configuran en torno al amor en todas sus dimensiones... y a la vocación o llamada personal e intransferible para ocupar nuestro lugar en el mundo...

¿Quién soy yo?... tiene mucho que ver con quien me han hecho ser..., con que presencias y ausencias han configurado mi existencia..., con que permisos y prohibiciones me han acompañado en el camino de crecer..., con que temores y valores se respiraban en mi hogar... En la familia se nos enseña un modelo de que es la vida..., que es ser hombre..., ser mujer..., ser padres..., como se comparte la vida..., que es una familia... Y este será nuestro punto de partida en la odisea de crear nuestra propia forma de vivir...

Desde la mas temprana infancia, cuando expresamos el primer “no” para afirmarnos frente a nuestros padres, se inicia una andadura que tiene como objeto alcanzar una identidad propia diferenciada del deseo de nuestros padres... En esta andadura serán referencia indispensable otras personas, ideales o sueños que nos servirán de soporte para desarrollar nuestro propio proyecto vital.

En todas las culturas a lo largo de la historia han existido mitos y narraciones populares que aportaban las claves de referencias a l@s jóvenes para poder llevar a cabo este viaje hacia si mismos... El proceso de separación de sus vínculos familiares originarios se establecía a través de ritos de iniciación cuyas exigencias físicas y psíquicas producían la transformación profunda de la persona.

 

Estas iniciaciones producían una transformación profunda en la conciencia de quienes participaban de ellas de manera que quedaba establecido en su conciencia un antes y un después de dicha experiencia.

 

Hoy en dia muchas de las experiencias transformadoras acontecen en el
ámbito de la familia. La separación conyugal..., la muerte de un familiar..., un aborto..., una enfermedad..., una traición..., son acontecimientos que confieren al alma una nueva cualidad. Si al dolor que inevitablemente va asociado a estas situaciones sigue una aceptación e integración de la experiencia, el manantial de la sabiduría empieza a brotar en nuestro corazón... Si no es así, si nos aferramos a la amargura y al resentimiento, nuestra alma se vera abocada a una travesía de penumbra y muerte donde la vida queda excluida de nuestra capacidad de percibir y sentir...

La historia mas importante de nuestra vida es la historia de nuestra familia porque nuestra alma va a encontrar su propio camino partiendo de los modelos afectivos e imaginativos que recibimos de nuestros padres... Nuestra alma es como la semilla que va a ser sembrada en la tierra de nuestra familia. Una tierra que puede ser fértil dando todo cuanto necesita la semilla para crecer o
dura haciendo difícil y lento el crecimiento y el dar fruto... Puede estar alimentada por los torrentes del afecto, la comprensión, el amor, la sabiduría y la pasión o árida y fría plagada de las piedras de la insensibilidad, el egoísmo, la ignorancia, el miedo, la brutalidad o el mas sutil chantaje emocional...

Nuestra semilla probablemente conozca distintos suelos y distintas climatologías conforme avance en la vida y a través de todas las circunstancias de la existencia nuestra alma seguirá buscando expandir su potencial de vida... de modo análogo a esas hierbas que brotan a través del cemento o los árboles que crecen encima de las murallas pedregosas 

 

El alma es el principio vital que configura nuestros sueños y alimenta nuestros actos... Si se la escucha y atiende es mas fuerte que toda fuerza. Pero para crecer precisa adentrarse en lo profundo de la existencia como las raíces profundas que nutren y sostienen a los grandes árboles...

Nuestra alma no crece en el vacío..., se alimenta de imágenes..., colores..., sueños..., presencias..., sentimientos..., intuiciones y sincronicidades que la alcanzan y la transforman... A menudo, los momentos de gracia están asociados con las resonancias íntimas que nos producen las experiencias que nos alcanzan irremediablemente. Aquellas que se hacen presentes en
nuestras vidas de manera inevitable y que desoyen las voces de nuestros deseos...

La familia con su mitología única de héroes y villanos..., maldiciones y bendiciones..., conquistas y pérdidas..., motivos de orgullo y de vergüenza..., proporciona una matriz abundante de vida, una savia única portadora de alimento para nuestra alma. Nosotros como herederos de todas estas vivencias aprendemos a relacionarnos en la vida según el modelo que aprendimos de nuestros familiares íntimos...

 

A veces si la experiencia de vivir en la familia ha sido muy dolorosa ,también podemos sentir que nuestra única posibilidad de vivir se encuentra en romper con esa herencia y esa tradición. Pero en cualquier caso esta decisión de rebeldía será una respuesta a ese modelo primario de vida familiar que hemos ido asimilando como por ósmosis en la medida en que hemos crecido en esa atmósfera emocional y psíquica.

 

Diferenciarse de esos modelos y redescubrir dentro de nosotros mismos el ser verdadero pasa inexorablemente por este proceso de separación de nuestros vínculos familiares primarios y de encontrar la propia voz que permite dar
nacimiento a un yo personal. Que la luz de tu conciencia ilumine tus pasos...



Luis Carlos Gómez Serrano

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